martes, 20 de octubre de 2009

Ruta Lister, Portbou.


Y el sol se acostó ya detrás de las colinas,
Y se hundió en la bahía occidental;
Y se elevó otra vez, y arrastró su azul manto;
Mañana, a verdes bosques y pastizales nuevos.

Estos últimos días estoy leyendo a David Thoreu (1817-1862). A Thoreu se le considera hoy uno de los pioneros de la ecología y de la ética ambientalista Junto a su gran amigo y poeta Emerson, así como el conceptualizador de las prácticas de la desobediencia civil. Thoreau quiso experimentar la vida en la naturaleza, viviendo en el bosque de Walden Pond cerca de dos años en una cabaña que construyo el mismo. Al abandonar la cabaña escribió uno de los ensayos más conocidos de la literatura norteamericana, Walden, La vida en los bosques. Thoreau nos narra una vida libre en la naturaleza alejada de la esclavitud industrial. Eran los tiempos de los paisajistas Thomas Cole y Asher B. Durand, cuyos continuadores constituirían la escuela del rio Hudson.


“Creo que no podría mantener la salud ni el ánimo sin dedicar al menos cuatro horas diarias, y habitualmente más a deambular por bosques, colinas y praderas, libre por completo de toda atadura mundana. Podéis decirme, sin riesgo: “Te doy un penique por lo que estás pensando”; o un millar de libras. Cuando recuerdo a veces que los artesanos y los comerciantes se quedan en sus establecimientos no sólo la mañana entera, sino también toda la tarde, sin moverse, tantos de ellos, con las piernas cruzadas, como si las piernas se hubieran hecho para sentarse y no para estar de pie o caminar, pienso que son dignos de admiración por no haberse suicidado hace mucho tiempo.”

David Thoreu, Caminar.

La escuela del rio Hudson no pudo competir con la llegada del impresionismo. Hacia 1900, la pintura del paisaje americano había desaparecido de las galerías y del mercado neoyorquino, permaneciendo oculta por los descendientes de los primeros compradores hasta su revalorización a mediados del siglo XX. Posteriormente, una estética con una fuerte carga Hegeliana e industrial destituyo al paisaje, lo natural, para cimentar una estética sustentada en el artificio. Llegaron las vanguardias y después de la segunda guerra mundial París fue sustituida por Nueva York como capital de las artes.



“Saliendo de mi propia puerta, puedo caminar con facilidad diez, quince, veinte, cuantas millas sean sin pasar cerca de casa alguna, sin cruzar un camino, excepto los que trazan el zorro y el visón; primero, a lo largo del río, luego, del arroyo, y después, por la pradera y el lindero del bosque. Hay en los alrededores muchas millas cuadradas sin habitantes. Desde más de un otero puedo ver a lo lejos la civilización y las viviendas humanas. Los granjeros y sus labores resultan apenas más perceptibles que las marmotas y sus madrigueras. Me complace ver cuán pequeño espacio ocupan en el paisaje el hombre y sus asuntos, la iglesia, el estado y la escuela, los oficios y el comercio, las industrias y la agricultura; incluso el más alarmante de todos, la política. La política no es más un estrecho campo, al que conduce un camino aún más estrecho. A veces encamino allí al viajero. Si quieres ir al mundo de la política, sigue la carretera sigue a ese mercader, trágate el polvo que levanta, y te conducirá derecho allí; porque también ese mundo es limitado, no lo ocupa todo. Yo paso ante él como ante un campo de judías en el bosque, y lo olvido. En media hora puedo llegar a alguna porción de la superficie terrestre que no haya pisado pie humano durante un año y donde, por lo tanto, no hay política, que es sólo como el humo del cigarro de un hombre.”

David Thoreu, Caminar.

Estados Unidos brindo al mundo el expresionismo abstracto para alegría de Clement Greemberg. Y ya en la decada de los 60, a finales, comenzó una lenta recuperación de la naturaleza y del paisaje en el arte dentro de programas conceptuales como el Land art o el Earth art (la fotografía era utilizada aquí como parte del programa de documentación de la obra, si no como obra misma) influenciados por el escultor Isamo Noguchi y el músico o artista multidisciplinar Jhon Cage, según la historiografía artística. La teoría ecologista semiolvidada debido a las visiones utópicas sobre la técnica, la industria, y el progreso, resurge con fuerza del desencanto de una sociedad que mira a la industria con otros ojos. Las imágenes de los videos de Greenpeace intentando que no se convierta el mar en un vertedero nuclear recorren todas las televisiones, revistas y periódicos de todo el mundo creando opinión.

Dentro de la fotografía y de lo fotográfico, aunque que éste aspecto general de la fotografía lo podríamos considerar incluso otro asunto. Parece ser, que gracias al reconocimiento artístico del trabajo fotográfico de marcado caracter conceptual del matrimonio Becher (premiado en la Bienal de Venecia en el apartado de escultura en 1990, y fuertemente influenciado por autores como Sander, Blossfeldt, Renger-Patzsch), a si como el de sus seguidores, y su interés por el paisaje, especialmente a los Becher, aunque a todos ellos, se les cita como otra fuente de la revalorización paisajistica. Ésto, entre otros, ha dado unos frutos que han llegado hasta el mediterraneo con Bleda y Rosa (tambien pareja), y que trabajan el paisaje en una linea conceptual muy apegada a los fotografos de la Kunstakademie de Dusseldorf. Bleda y Rosa han sido galardonados este año 2009 con el premio nacional de fotografía.


Actualmente nadie pone en duda la importancia de la naturaleza o del paisaje dentro de la vida de los seres humanos, y del valor fundamental que tienen para la calidad de vida en el presente o en el futuro. Hoy, el arte recoge esta inquietud introduciendo o reflexionando en la obra artística desde fenomenos perceptuales y formales a socioeconómicos y ecológicos. Podemos asegurar que la temática de la naturaleza o la paisajistica, en el arte, goza de mejor salud que la propia naturaleza o paisaje.

Sin embargo por lo que respecta a la fotografía artística, o al arte en si. Ese vacio paisajístico que encuentra la historiografía entre las vanguardías y la recuperación del paisaje en los años 70 es una falacia. Deberíamos como poco hablar de una linea fuerte, la de lo que se consideraba arte; y una débil, la de la fotografía todavía no considerada arte en todos los ambitos, o considerada como un arte menor, que cuenta en esa época con algunas de sus mayores figuras y que trabajaron el paisaje, como: Stieglitz, Paul Strand, Edgar Weston,Walker Evans, Ansel Adams, Sander, Renger-Patzsch... hasta llegar a, Friendlander, Eggleston, Stephen Shore...por citar algunos. Introducir a todos los fotógrafos como artístas en el sentido más fuerte que hoy se le da al arte (sentido kantiano de desinteres estético) no cabe duda que sería un error, y en muchos casos descontextualizariamos el trabajo de muchos de ellos. Pero una vez institucionalizada la fotografía como arte, olvidar u omitir a esa linea débil de fotografos que consideraban realizar arte, y que lucharon por la inclusión de su trabajo dentro de esa categoría y que hoy en día son considerados artístas, es un error. Todo ésto solo demostraría la ambiguedad que se mantiene aún con un tipo determinado de fotografía que sigue más o menos unos cánones propios, o la incapacidad de determinada historiografía para comprender la fotografía como arte con todo lo que ello engloba.


Por otra parte, olvidar toda una práctica artística quizás más conectada con la sociedad y de enorme influencia, no sólo seria falsear la historia del arte, si no alejarla más aún de una realidad democratica y plural.


Al llegar al verde bosque,
Una alegre mañana,
Oyó el canto de las aves,
Sus noticias felices.

Carlos Alcañiz 2009.





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