martes, 19 de enero de 2010

Nueve fotografías limpiando un zapato.


Bordieu, Pierre, Un arte medio. Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 2003.
Luc Boltanski y Jean-Claude Chamboreon, Hombres de oficio y hombres de calidad, 1965. Paginas 289-290.

El perfeccionamiento de las cámaras y de los instrumentos fotográficos, conseguido gracias a los esfuerzos de los ingenieros que los fabrican, ha permitido la racionalización del trabajo. Tareas que otrora se atribuían a fotógrafos profesionales se ha simplificado: las operaciones más delicadas, más difíciles, que necesitaban el empleo de un equipo complejo, han escapado a los fotógrafos para convertirse en la especialidad de técnicos cualificados.

El fotógrafo tenía, entonces, una competencia construida a base de trucos y de habilidad manual: adquiría conocimientos particulares y discontinuos, separados de los principios teóricos que los fundan, operados y puestos en práctica después de haber sido observados, más que aprendidos de manera abstracta en una situación experimental y asimilados gracias a aplicaciones ficticias. Había, por lo tanto, una correlación particular entre ese tipo de saber y el aprendizaje tradicional. El aprendizaje era necesario para quienes quisieran ejercer la profesión: los aprendices debían familiarizarse con el conjunto de tareas, aun con las más modestas. La complejidad y la duración de esta formación conferían al grupo profesional cierta homogeneidad, sobre todo porque le permitían controlar el reclutamiento de sus miembros: la masa de aficionados y de gente sin cualificación no podía introducirse indiscriminadamente en la profesión.

No hay comentarios: